El siglo XIX fue la última época en la que la amistad romántica o pasional prosperó extendidamente como una institución culturalmente aprobada.
La
amistad romántica desdibuja las líneas entre la "amistad" y la "pareja"
o entre el amor no romántico y el romántico y esta forma de relación
era predominantemente no sexual. Si bien es razonable suponer que
algunas de estas amistades románticas eran relaciones
homorrománticas - homosexuales encubiertas, los estudiosos suelen
considerar las amistades románticas consumadas sexualmente como una
minoría. Históricamente, la amistad romántica aconteció entre miembros
del mismo sexo pero también hay una pequeña cuantía a considerar de
amistades románticas de sexo cruzado.
Las /os
amigas /os románticas /os se escribirían notas y cartas sentimentales, se
tocarían cariñosamente (abrazos, caricias, darse la mano, besos, dormir
en la misma cama, etc.) y a menudo hablarían entre ellas /os y sobre ellas /os
con el tipo de intensidad emocional considerada como estándar para las
parejas románticas sexuales. La amistad romántica a menudo funcionó como
la relación emocional primaria en la vida de sus participantes,
mientras que esta amistad se daba. En el siglo XIX, muchas de estas
relaciones, en última instancia, terminaban cuando uno o ambos de las /os
compañeras /os se casaba con otro /a. Aquellos que decidían no casarse, a
menudo continuaron su amistad romántica en gran parte o la totalidad de
sus vidas.
La
amistad romántica entre mujeres en Europa y Norteamérica se volvió
especialmente prevalente a finales del siglo XVIII y principios del XIX,
con la emergencia simultánea de la formación/educación de la mujer y la
nueva retórica sobre las diferencias de sexo y género.
Un ejemplo de este tipo de relación son los llamados “matrimonios de Boston”
, expresión utilizada para describir a dos mujeres viviendo juntas,
independientemente del sustento económico de un hombre. Existe una
película llamada “Las bostonianas” (1984) que ejemplifica un tipo de
esta relación basada en la novela homónima de Henry James, que fue quien
acuñó el término.
Hay diversos libros sobre la amistad romántica, especialmente entre aquella homorromántica.
Es
difícil encontrar información sobre el tema en español. Esta se
encuentra, sobre todo, con el término “romantic friendship” en inglés,
por ello os traemos hoy un tema algo desconocido en el mundo
hispanohablante actual. Os traemos un resumen sobre dos libros
relacionados. Uno de ellos titulado: “The Ladies of Llangollen: A Study
of Romantic Friendship" (de Elizabeth Mavor, 1984) y el otro: “Boston Marriages: Romantic but
Asexual Relationships among Contemporary Lesbians” (de Esther D. Rothblum y Kathleen A. Brehony. University of Massachusetts Press, 1993 - 210 páginas).
Índice
LAS SEÑORITAS DE LLANGOLLEN, UNA HISTORIA REAL
- RETIRO ROMÁNTICO
- AMOR, SEXO Y MATRIMONIO
Los matrimonios bostonianos: El romanticismo asexual de las lesbianas contemporáneas (Boston Marriages: Romantic but Asexual Relationships among Contemporary Lesbians) de Esther D. Rothblum y Kathleen A. Brehony
LAS SEÑORITAS DE LLANGOLLEN, UNA HISTORIA REAL
- RETIRO ROMÁNTICO
- AMOR, SEXO Y MATRIMONIO
Los matrimonios bostonianos: El romanticismo asexual de las lesbianas contemporáneas (Boston Marriages: Romantic but Asexual Relationships among Contemporary Lesbians) de Esther D. Rothblum y Kathleen A. Brehony
"LAS SEÑORITAS DE LLANGOLLEN", UNA HISTORIA REAL
Enlace al artículo original: http://io9.com/how-two-18th-century-women-fell-in-love-and-invented-mo-1677596096
titulado "How Two 18th Century Women Fell in Love and Invented Modern Romance" (Cómo dos mujeres del siglo XVIII se enamoraron e inventaron en romance moderno), escrito por Annalee Newitz. Traducción:
El romance no fue siempre cosa de bodice rippers (tipo de novela romántica con sexo explícito) y malas películas de vampiros. En el siglo XVIII, el mundo “romántico” significaba algo así como “tonto” o “fantasioso”. Pero luego un montón de hípsters sentimentalistas cambiaron todo e inventaron la idea del amor tal como la conocemos hoy en día.
Una de las más románticas historias de siglo XVIII es la muestra
perfecta de cómo la idea del romance ha ido cambiando a lo largo del
tiempo. [1]
En “Kilkenemy”, una aristócrata irlandesa llamada Eleanor Butler tenía
un problema que le sobrepasaba. Ella no encajaba en los planes que tenía
su familia para reclamar su castillo con su inherente fortuna, y fue
considerada demasiado “satírica” para ser educada entre las demás
mujeres.
Entonces pasó la mayor parte de su tiempo leyendo y finalmente
encontró la satisfacción trabajando como tutora de una joven mujer de
la escuela local.
Entonces, Eleonor de 29 años conoció a la joven estudiante de 13 años,
Sarah Ponsonby. Las dos comenzaron una fuerte e intensa amistad,
encontraron un mutuo amor por los libros, especialmente por Rousseau.
Incluso después de que Sarah terminara sus estudios, las dos mujeres
siguieron en contacto mediante un envío frecuente de cartas que los
sirvientes llevaban rápidamente de un Estado a otro, a solo unas docenas
de millas de distancia.
Como Eleanor creció más aburrida y alienada por
su familia, Sarah afrontó un problema más urgente. Su amada tía
adoptiva (en realidad una prima de su padre), quien había cuidado de
Sarah cuando esta quedó huérfana, se había casado con un viejo y
decrépito hombre rico que golpeaba a Sarah. Entre lágrimas ella escribió
a Eleanor acerca de la actitud de su tío, descorazonada por la
enfermiza de su tía y atemorizada por lo que pudiese pasar una vez que
su tía muriese.
Eleanor
enfureció. Pronto, las dos mujeres idearon un plan para su escape de
Irlanda, planeando como escabullirse hasta el puerto local y encontrar
pasaje en barco a Gales. Simpáticos sirvientes ayudaron a las dos
mujeres a intercambiar mensajes secretos y al final incluso ayudaron a
que las dos mujeres llegasen hasta el puerto. Desafortunadamente, fueron
capturadas antes de llegar a Gales. Sus correspondientes familias las
separaron y pasaron meses prisioneras en sus respectivas casas temiendo
que Eleanor fuese enviada a un convento y que Sarah fuese a quedarse a
cuidado de su tío. Cuando intentaron escapar por segunda vez, sus
familias se rindieron y accedieron a liberar a ambas mujeres.
RETIRO ROMÁNTICO
Algunos
amables familiares prometieron a las mujeres un total de 100 libras al
año si ellas vivían en un “retiro” en la costa de Inglaterra. Con el
tiempo la noción de retiro se fue convirtiendo en algo de moda entre las
clases altas de Inglaterra.
Fue como hicieron los poetas románticos,
escapar de la sucia ciudad a un lugar hermoso con jardines salvajes,
vacas y los simples lugareños para hacerle compañía.
El uso de la
palabra “romántico”, tan popular en la última parte del siglo XVIII y
principios del XIX por los artistas, tiene poco parecido al uso de la
palabra en la actualidad. Ciertamente implica intensidad de sentimiento,
y la apreciación de la belleza, pero también implica el rechazo del
rígido punto de vista científico que trajo los vapores del alzamiento de
la revolución industrial.
Cuando
Eleanor y Sarah describieron su vínculo como “una amistad romántica”,
no tenía el mismo significado que lo tendría hoy. Para empezar el
concepto de lesbianismo aún no había llegado a Inglaterra. Además, como
Elizabeth Mavor explica en su excelente biografía “The Ladies of
Llangollen” (Las Mujeres / Damas de Llangollen), las mujeres usaban un término para describir su relación que era más frecuentemente usado para un bellísimo atardecer o una hermosa historia. No tenía ninguna
implicación sexual.
Con tan poco dinero a su nombre, las dos mujeres consiguieron una
pequeña casita con jardín al norte de Gales en el pueblo de Llangollen,
localizado convenientemente en un popular camino tomado por los turistas
ingleses mientras exploran Gales o se dirigen a Irlanda. Ahora su
retiro podía comenzar.
Durante los siguientes 50 años las dos mujeres
vivieron juntas, románticamente enamoradas. Plantaron un hermoso
legendario jardín, remodelaron su pequeña casa para que pereciese un
retiro de estilo gótico y pasaron la mayor parte de sus días caminando,
leyendo libros o escribiendo cartas. Aún se puede visitar su casa,
Plas Newyyd, en la actualidad.
Plas Newyyd hoy, con el porche de madera de estilo Tudor que las damas agregaron después de que el gótico pasara de moda. Foto por Andy Dingley.
Ellas prefirieron mas los hábitos de
lectura que los vestidos, cubrieron sus cortos cabellos, a la moda, con
sombreros de piel de mapache estilo francés.
Entre 1790 y principios de 1800, Eleanor y Sarah fueron celebridades, adoradas por poetas y mujeres sobre las que mentían en la prensa rosa. Cientos de autores, artistas, políticos y varios aristócratas fueron a visitarlas, incluso el excéntrico Samuel Johnson. Junto con otros hípster de clase alta mencionados anteriormente, estas mujeres se convirtieron en leyendas románticas.
AMOR, SEXO Y MATRIMONIO
Pero
como Mavor escribió, las mujeres “retiradas” son más como una
hermandad de un claustro secular que un matrimonio homosexual del siglo
XXI. Algunas de sus amigas / enemigas escribieron en cartas como la
relación de estas dos mujeres era algo más bien “podrido” o “Francés”,
pero muchas de sus más allegadas amigas admiraban su pureza. Ninguna de
estas dos mujeres escribió en su diario acerca de deseos sexuales o
alguna relación sexual, así que solo nos queda especular.
Igualmente
no había ninguna duda de que estas dos mujeres se amaban mutuamente más
allá de toda medida. Compartieron todo, disfrutaron de su mutua
compañía y construyeron un hogar, más que admirado, juntas. Sin embargo,
Eleanor escribió frecuentemente en su diario como guardaba celosamente
su tiempo a solas con Sarah. Tenían muchos visitantes que muchas veces
dificultaba que ellas dos pasaran un día caminando o leyendo, o como
prefiriesen. Todo acerca de estas dos mujeres encajaba en la definición
de romance que hoy se puede encontrar en una novela de Harlequin o en
una comedia romántica. Lo único que faltaba era el sexo, o al menos que
se conociera abiertamente.
Hace
dos siglos, el amor romántico, el sexo y el matrimonio no eran
percibidos como un todo. Una persona no esperaba amar a su esposa /o
apasionadamente, ningún hombre esperaba tener sexo exclusivamente con su
esposa. ¿Y el amor romántico? Eso es algo que se encontraba casi
exclusivamente entre amigos.
Y
el ejemplo es el caso de las mujeres de Llangollen, que se convirtieron
en lo que John Donne llamó “la ermita de la una con la otra”, suena más
a las actuales historias acerca de relaciones (hetero)sexuales que
desembocan en matrimonio.
Hoy en día es muy difícil imaginar una
relación apasionada como la de Eleanor y Sarah en la que no estuviese
involucrado el sexo. El romance en el siglo XXI está emparejado con el deseo sexual. Uno está ligado al otro y, si eso no sucede, la relación está destinada al fracaso (opinión de la autora del artículo a la que estamos traduciendo).
Por supuesto que hay excepciones a esa regla. El florecimiento del “hermamance”
es una especie de regreso medio en broma a lo que Sarah y Eleanor
hubieron llamado “amistad romántica”. Pero en su mayor parte, la idea
del romanticismo del siglo XVIII se ha perdido. Las mujeres de
Llangollen, sin embargo encarnaron ambas ideas, la antigua y la moderna
de esas definiciones. Ellas dedicaron sus vidas a los ideales románticos
de la naturaleza y el retiro.
Pero ambiguamente una relación erótica, muy parecida al matrimonio,
sugirió la idea del romance sexual que estaba por venir.
Los matrimonios bostonianos: El romanticismo asexual de las lesbianas contemporáneas (Boston Marriages: Romantic but Asexual Relationships among Contemporary Lesbians) de Esther D. Rothblum y Kathleen A. Brehony
Síntesis del libro redacda por lux, con su interpretación: He
leído un libro en inglés llamado "Matrimonios
bostonianos, relaciones románticas pero asexuales entre lesbianas
contemporáneas”[2].En este libro se explica la existencia de los llamados
matrimonios bostonianos que existieron a finales del siglo XIX y
principios del XX en los EEUU y sobre todo, en la ciudad de Boston. Se
trataba de relaciones románticas entre mujeres solteras de clase social
media o alta que tenían buena situación económica. Con lo cual no estaban
obligadas a contraer un buen matrimonio para ser mantenidas por sus
maridos, como le pasaba a la gran mayoría de las mujeres en el pasado,
ya que no tenían posibilidad de mantenerse por sí mismas.
Pero este tipo
de mujeres que tenían dinero podían permitirse el lujo de no casarse y
vivían juntas, compartiéndolo todo: casa, dinero, posesiones. Vivían
como un matrimonio pero eran asexuales, pues no eran homosexuales. No
obstante su tipo de amistad era romántica y se amaban profundamente.
Curiosamente, la sociedad de la época veía con benevolencia y buenos
ojos este tipo de relación entre dos mujeres. Ellas se escribían bellas
cartas donde mostraban todo su amor por sus amigas y todo eso se cuenta
en el libro.
Esto
duró hasta principios del siglo XX, pues al empezar los movimientos
feministas y el lesbianismo, muchas de estas mujeres dejaron sus
relaciones ya que la sociedad empezó a identificarlas como lesbianas y
no como relaciones románticas pero totalmente asexuales.
El
libro explica que, en los tiempos actuales, hay muchas parejas de
lesbianas que son asexuales y cita numerosos testimonios de casos
tomados de la vida real, en los que estas mujeres cuentan que llevan
muchos años juntas pero que su relación es romántica pero asexual y no
hay relaciones sexuales entre estas mujeres. Las escritoras del libro
manifiestan que al principio pensaban que ellas tenían una disfunción
sexual pues creían que la asexualidad no existía ya que, según ellas, el
sexo sería un acto tan natural para los seres humanos como el comer, el
dormir o el beber; pero después de investigar sobre estos casos llegaron
a la conclusión que la asexualidad se da en los seres humanos y que no
tiene porqué ser no saludable, sino que puede ser buena y saludable para
estas mujeres. Algunas de estas sexólogas intentaron terapias para
"curar" la asexualidad a estas mujeres, las cuales fracasaron y más
tarde vieron que ellas tenían una muy buena relación aunque en la misma
no existiera sexo.
Para
los sepáis inglés, aconsejo que adquiráis el libro pues es muy
interesante y habla de un tipo de vínculo, el de los matrimonios
bostonianos, que se dio en el pasado y que es el tipo de vínculo que
desearían para sí mismas las mujeres asexuales homorrománticas en la
actualidad, entre las que yo misma me incluyo. Así que ya veis, ya
existieron en el pasado este tipo de relaciones asexuales y hasta eran
bien vistas por la sociedad decimonónica, que dos mujeres de buena
posición social y económica vivieran juntas compartiéndolo todo hasta su
muerte, como un matrimonio.
Espero que os guste y os ilustre tanto como a mí lo hizo.
Nota: El libro se tradujo en 2022 por Miguel Sánchez Ibáñez y también está en tiendas físicas.
Por
otra parte, Shere Hite, en su libro “Mujeres sobre mujeres”, propone
ese nuevo tipo de relación entre las mujeres, incluso para mujeres
heterosexuales, ya que muchas se llevan mejor con las mujeres. Pero creo
que nos han metido tanto en la cabeza que hay que emparejarse con una
pareja sexual que casi nadie se plantea otras posibilidades y que las
mujeres prefieren tener a un hombre al lado porque les da mayor
seguridad que una mujer y porque es lo que está socialmente aceptado,
una pena.
Vídeo de Ananda Castaño donde resume la Historia del lesbianismo
Libro La Heregía Lésbica /Lesbiana por Sheila Jeffreys, que incluye parte de la Historia del lesbianismo
- ARTÍCULO DEL BLOG ASEXUALIDAD VS FEMINISMO RADICAL Y LÉSBICO
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